El día de hoy ha sido completo y cansado... Pero ha merecido mucho la pena: he visto cosas realmente precisosas, y estoy aún que no me termino de creer todo lo que mis ojos han registrado. Y, además, por primera vez desde que estoy en la isla he visto el Sol en el cielo, lo cual ha sido de agradecer.
Para empezar, decir lo que no vais a ver: los paisajes que me he encontrado mientras conducía, me los guardaré para mí, ya que no me apetecía romper la magia de la combinación entre conducción y belleza natural. He disfrutado los kilómetros de carretera de una forma que no había hecho nunca. Por definirlo de alguna forma, en lenguaje común, podría decirse que he flipado en colores mientras conducía.
Una vez aclarado esto, lo que sí veréis en esta entrada (y, si me seguís por Whatsapp o Instagram, ya habréis visto una parte) es todo lo planeado para el día de hoy:
Comencé la mañana visitando el Miradouro do Salto do Cavalo, desde el que se ve un cráter inundado por agua, junto a un pueblo. Hablo de Furnas y la Lagoa das Furnas. Las imágenes, hablan por sí solas...
Después, fui a la Lagoa das Furnas, donde realicé un bonito paseo por el bosque circundante en el que, además de disfrutar de la exhuberante vegetación, pude contemplar una sequoia, y, lo mejor de este paseo: una cascada muy alta, llamada "Salto do Rosal".
Hecha esta pequeña ruta de unos 5 Km., era hora de ir a ver el pueblo de Furnas. Callejeé un poco, pero no llegué a ver las famosas termas, porque empezó a llover bastante fuerte. Como era ya la hora de comer, aproveché para ir al restaurante que me habían recomendado en el pub irlandés de Vila Franca do Campo. Buena recomendación, un cocido riquísimo... y, otro plato típico de aquí, llamado "Mixto regional" que ha sido uno de los descubrimientos gastronómicos más placenteros que haya hecho: el plato no consiste más que en morcilla, chorizo picante, pimientos rojos asados y... ¡piña! Es increíble lo rica que sabe la morcilla junto a la piña, jamás se me habría ocurrido, pero una vez probado, solo puedo decir que me ha encantado.
Tras la comida, me dirigí al pueblo de Faial da Terra, a unos 30 Km. de distancia. Por el camino paré en un mirador que encontré en la carretera. Allí, además de disfrutar de unas preciosas vistas, me entretuve un rato para escribir en mi libreta... Y es que, aunque no lo había dicho, además de este diario, durante este viaje, y cuando me encuentro inspirado, escribo a mano en una pequeña libreta de papel que llevo. Algunas páginas las pongo en Whatsapp (y solo ahí), pero la mayoría de lo que escribo ahí queda para mí.
En Faial da Terra, me dispuse a realizar el plato fuerte del día: una ruta de senderismo (o, como dicen aquí, "trilho", que es una palabra que me encanta) que me llevaría hasta una cascada vista en fotos antes del viaje miles de veces: "Salto do Prego". El camino, internándose uno en la selva a la vera de un río, estaba algo complicado debido a las lluvias de ayer. He acabado de barro hasta las orejas, y mi culo ha besado el suelo en un par de ocasiones.
En lo que hacía esta ruta, había una bifurcación para realizar otra ruta y visitar otro salto de agua, cuyo nombre, no sé por qué, pero me hizo mucha gracia: "Salto do Cagarrao". Y claro, una vez metido en faena (o en barro más bien), decidí que tenía tiempo para ir a ver esta otra cascada. Y bien que hice, desde luego.
De vuelta a Faial da Terra, y tras unos 12-13 Km. de ruta embarrada, había cubierto ya con el grueso de visitas previstas para hoy. Sólo restaba volver a casa, no sin antes parar en un par de miradores que había por el camino: Miradouro da Ponta da Madrugada y Miradouro da Ponta do Sossego.
Y, estando a un kilómetro de donde me alojo, decidí acabar la jornada. Me encontraba muy cansado, estaba empezando a hacer frío, y el Sol estaba a punto de caer.
Mañana habrá más. Gracias por leerme.
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