lunes, 9 de diciembre de 2019

Viaje a USA: Grand Canyon

¡Hola de nuevo!

Continúo con esta serie de entradas dedicadas a los lugares que más me gustaron del viaje que hice a los Estados Unidos en septiembre de 2019.

El majestuoso río Colorado discurre entre las paredes del cañón que ha ido excavando a lo largo de los milenios

En esta ocasión toca hablar del Gran Cañón del Colorado. Pero, como en esta oportunidad no voy a contar el viaje al completo, sí que quería contar brevemente qué pasó desde la última entrada (Death Valley) hasta ésta...

Básicamente, durante los dos días transcurridos entre Death Valley y Grand Canyon, estuvimos viajando.

Me reencontré con mis compañeros de viaje en Las Vegas, tras los tres días que pasé en solitario. De Las Vegas no tengo nada que señalar... Es una ciudad horrible en todos los aspectos. Ya la tenía mal considerada antes de viajar, y estar allí confirmó y reafirmó todas mis sospechas: representa lo peor de esta sociedad y lo peor de la humanidad. Es todo fachada, todo vacío, nada auténtico. Materialismo y capitalismo por doquier... Menos mal que en este viaje sólo pasé allí un par de noches no consecutivas, por cuestión de que pillaba de paso hacia los siguientes destinos.

Casinos y más casinos para que se diviertan unos pocos a costa de una gran mayoría invisibilizada
El famoso cartel de entrada a Las Vegas. Si esto es lo más visitado de una ciudad, imaginad cómo ha de ser ésta.


Después de aquella noche en Las Vegas, al día siguiente fuimos a visitar la presa Hoover, que es una maravilla de la ingeniería. Realmente increíble el tamaño de la presa. Merece mucho la pena, y si no tenéis demasiado vértigo, cruzar el puente que se ha construido en frente, por el que transita la interestatal, os ofrecerá unas vistas de la presa espectaculares. Yo me atreví a hacer una parte, pero por la mitad o así mis irracionales temores a las alturas me hicieron volver sobre mis pasos.

Espectacular Hoover Dam
 Y, tras esta parada, fuimos hasta un pueblo llamado Williams, haciendo una parte del camino por la mítica "Ruta 66"... que me decepcionó un poco, porque no es más que una carretera en un estado de conservación bastante deplorable, a pesar de que hay multitud de pueblos que viven del "merchandising" de la mítica ruta. Increíble esto del capitalismo americano, pero claro, como apenas se pagan impuestos, si la carretera te destroza el coche, pues te compras otro y ya está.

En la Ruta 66

Desde Williams, fuimos a la entrada sur del Gran Cañón por la mañana de un buen día de septiembre. Cuando se fraguó este viaje, allá por marzo, el destino principal era este, por lo que el día iba a transcurrir íntegro en el Cañón.

Llegamos a Grand Canyon Village a primera hora de la mañana, y, tras pensarlo un poco viendo el plano de rutas que nos habían dado, aparcamos el coche, y nos subimos en uno de los autobuses gratuitos que ofrece el Parque Nacional. Fuimos al primero de los miradores, "Yaki Point", desde el que, nada más bajar del bus y dejar atrás el asfalto de la carretera pude contemplar el Cañón por vez primera, y, literalmente, me quedé con la boca abierta.

Esa sensación no la olvidaré jamás. Es, sencillamente, fascinante. Nunca antes había visto algo así, y, creedme, las fotografías no hacen justicia a lo que se siente estando allí en persona... Lo primero que hice fue sacar mi cámara y tomar esta panorámica:

Un paisaje que deja sin aliento

Una constante de El Gran Cañón (y de prácticamente todos los Parques Nacionales que visitamos) es la presencia de muchas ardillas. En esta ocasión pude hacer una foto a uno de estos simpáticos animalitos, en una pose en la que parece que ella también está disfrutando de las impresionantes vistas:

Las ardillas también contemplan admiradas la majestuosidad del Cañón

En Yaki Point estuvimos un rato más, antes de retornar a Grand Canyon Village en autobús. Pude sacar unas cuantas imágenes más:





A estas alturas de la mañana, era tiempo de ir a realizar la actividad principal del día: sobrevolar en avioneta el Gran Cañón. Así que nos volvimos a subir en el coche y nos fuimos al aeródromo cercano, donde teníamos contratada la excursión aérea.

Sobre esto, he de decir que nos sentimos un poco estafados, ya que nos habían vendido la excursión diciéndonos que los tres íbamos a disfrutar de ventanilla para admirar el paisaje... pero, luego, cuando nos montamos en la avioneta, resultó que los asientos estaban distribuidos en una fila a la izquierda del pasillo, y dos filas a la derecha, por lo que había uno de nosotros que iría sentado en pasillo. Marta se sacrificó en pos de que Jesús y yo pudiéramos sacar fotografías a través de las ventanillas.

Y no desaprovechamos la oportunidad, al menos yo. Mi intención era poner la cámara en modo automático para centrarme en sacar fotografías y no tener que estar configurando en cada momento los parámetros de la cámara. Pero a las primeras de cambio me di cuenta de que de esa manera las fotografías iban a ser bastante mediocres o malas directamente. Así que nada, volví a poner la cámara en modo manual y me esforcé en sacar mejores fotos, a costa, eso sí, de marearme y estar muy cerca de vomitar, porque el viaje transcurrió entre corrientes de aire que provocaban turbulencias, y estar fijándose continuamente en el lumímetro y los valores de los parámetros no ayudaron a que mi sentido del equilibrio se sintiera cómodo.

De cualquier manera, finalmente pude sacar unas cuantas fotografías, algunas de ellas con una calidad bastante buena dadas las circunstancias. De este vuelo de 45 minutos sobre el Gran Cañón querría destacar las siguientes imágenes. Espero que os gusten, que su trabajo me costó obtenerlas:

Lo verde no son matorrales: son pinos de unos 5-6 metros de altura...

El Cañón es tan grande que la sensación de profundidad que dan las fotos hace parecer todo más pequeño de lo que es... Pensad en que lo verde de abajo son árboles altos 






Tras la excursión, tocó recuperarse del mareo (a Marta le sentó peor que a mí el vuelo...), y después, como era hora de comer, picamos algo en una gasolinera cercana, y nos pusimos de nuevo en marcha para continuar viendo el Cañón.

Haciendo partes en autbús y partes a pie, estuvimos en los principales puntos de interés que nos marcaba el folleto que nos habían dado en la entrada del parque. No tengo bien localizadas las fotografías, así que sólo enumeraré los sitios en los que estuvimos, y pondré unas cuantas imágenes que fui realizando... Sé que visitamos Mather Point, Trailview Overlook, Powell Point, Hopi Point, Mohave Point, The Abyss, Monument Creek Vista, Pima Point y Hermit Trailhead. No sé cuantos kilómetros a pie recorrimos, pero fueron unos cuantos, y, a pesar de ello, sé que nos dejamos muchos rincones sin explorar... Las imágenes a destacar de este "paseíto" son:













Después de esto, sólo quedaba terminar la tarde y ver cómo los colores del atardecer creaban un precioso juego de sombras y colores en las formaciones del Cañón. Esta vez nos fuimos desplazando ya en nuestro coche hacia la salida Este del parque, parando en cada punto o mirador que veíamos. Fuimos por la carretara 64, también llamada "Desert View Drive", hasta terminar nuestro periplo en una atalaya llamada "Desert View Watchtower".

Los mapas de la zona los podéis contemplar en https://www.nps.gov/grca/planyourvisit/maps.htm. De las imágenes me encargo yo... ;-)









Como podéis observar, el cambio de luz le sienta espectacular al paisaje del Cañón. Como me ha ocurrido a lo largo del viaje, me hubiera gustado estar más tiempo allí. Haber podido sacar fotografías nocturnas, de la Vía Láctea, con las formaciones del Cañón. Pero las vacaciones no son infinitas, y si uno quiere aprovechar el escaso tiempo y dinero de que dispone, ha de sacrificarse. Por tanto, sin tiempo para lamentarse, disfruté como un enano de ese atardecer.



El día tocaba a su fin, y nosotros aún debíamos desplazarnos hasta "Marble Canyon", donde pasaríamos las tres siguientes noches en un motel de carretera, en medio del desierto, sin cobertura telefónica y sin conectividad WiFi. Todo un desafío en estos tiempos modernos en los que necesitamos tanto una conexión a Internet como respirar...

Nos quedaban aún 200 kilómetros por recorrer, casi dos horas y media por esas carreteras de Arizona... Llegamos en plena noche, claro. Pero lo bueno de estar en medio de ningún sitio es que las estrellas se ven espectaculares. Apoveché y saqué alguna foto del cielo nocturno. No estoy orgulloso de la imagen porque las he hecho mejores, pero os podéis hacer una idea:



Pero ya os contaré más sobre los siguientes destinos en futuras entradas. Espero, sinceramente, que hayáis disfrutado de ésta, y que las fotografías que seleccioné os hayan gustado.