¡Buenas, queridas lectoras!
Una vez me encuentro acabando la jornada de este sábado 13 de abril, os voy a relatar cómo ha sido mi día...
El día de hoy, a priori, iba a ser bastante distendido, ya que la planificación que hice no incluía para hoy muchas cosas que ver. Y menos mal, porque tal y como se ha dado el día, si no llega a ser por eso, seguramente no habría cumplido con el plan.
Para empezar, ir al Islote de Vila Franca do Campo, que debería haber sido mi primer destino, no fue posible: no hay barcos hasta junio... Así que me tuve que contentar con verlo desde la distancia.
Por la mañana, para desayunar, me recorrí el pueblo, y fui hasta el puerto. Este paseo matutino lo hice sin cámara, sólo con el móvil.
Llegando a mi apartamento, para recoger e irme, empezó a llover... y así estuvo todo el día: no paró salvo un rato a última hora de la tarde... Y hubo momentos en los que realmente llovía con una fuerza y una constancia bastante incómoda.
Pero como el tiempo que tengo en la isla es muy limitado, no me puedo permitir perder días por culpa de la meteorología, así que continué con el plan, a pesar de las inclemencias del tiempo.
Lo primero que fui a ver fue el Mirador de Nuestra Señora de Paz: una preciosa ermita, con un montón de escaleras que subir (según la leyenda, una figura de la virgen fue encontrada por unos pastorcillos, que la quisieron llevar a otra iglesia... pero cada vez que la trasladaban, la figura desaparecía de su nueva ubicación y aparecía misteriosamente en el lugar donde fue encontrada originalmente, por lo que, finalmente, se decidió construir la ermita en este sitio, tan poco accesible para las gentes del pueblo). Como recompensa a la penosa subida, obtuve unas preciosas vistas de Vila Franca do Campo y su islote.
La siguiente parada prevista era visitar la Lagoa do Congro, pero cuando llegué al inicio del camino estaba cayendo el diluvio universal... Así que saqué de la maleta el chubasquero, y como pude me introduje en la selva, con la cámara resguardada, pero activa siempre que veía una posible foto atractiva... Finalmente llegué a la laguna, que no es otra cosa que un cráter volcánico inundado. Saqué las pertinentes fotos, y me dispuse a volver al coche.
Sin tiempo para secarme, me dispuse a ir hacia la Lagoa do Fogo... pero el GPS me jugó una mala pasada, y al lugar al que llegué no era la laguna, sino el inicio de una ruta por antiguas fábricas de Vila Franca do Campo "Fábricas de la Cidade" se llamaba la ruta, que consistía en internarse en la selva, cuesta abajo siguiendo el curso de un río para ver las distintas centrales hidroeléctricas, ya abandonadas. Como no tenía otra cosa mejor que hacer, de nuevo cubierto por mi chubasquero me dispuse a realizar el recorrido... que no pude finalizar porque llegué a un punto sin indicaciones, en medio del bosque y con la que estaba cayendo no quise arriesgarme a cruzar el río por un sitio poco apropiado. Di media vuelta y subí hasta donde tenía el coche.
Estaba empeñado en ver Lagoa do Fogo, así que puse la ubicación "a mano", y me dirigí hacia allí por una carretera de montaña en la que las nubes se convertían en niebla a medida que subía.
Y finalmente llegué, y mereció la pena. Lagoa do Fogo es, sin lugar a dudas una de las maravillas naturales más bellas que jamás haya visto. No voy a decir nada más, os dejo algunas imágenes que hablan por sí solas:
Una vez visto todo lo que tenía previsto ver por hoy, y siendo muy tarde ya (tarde para comer, que con tanta vuelta como dí, se me olvidó que tenía que comer...), me dispuse a ir hacia la localidad de Nordeste, donde montaré cuartel general durante las tres próximas noches.
Por la tarde, y antes de cenar, aprovechando que acababa de dejar de llover, aproveché para visitar el Faro de Arnel, que, en principio, no entraba dentro de las visitas previstas para el viaje. La cuesta de 500 metros con un 33% de desnivel mereció la pena:
¡Hasta mañana!
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