Afortunadamente mi problema intestinal no fue a más y aquel día desperté como nuevo. Tras desayunar en el buffet del hotel, nos dirigimos a la cercana estación de tren para comprar los billetes que nos llevarían a Rabat aquella misma tarde.
Después de aquello, comenzamos a andar por Casablanca con la intención de ver la catedral del Sagrado Corazón (aunque sólo por fuera, pues estaba cerrada) y los jardines aledaños. Tamibén pudimos ver el lamentable estado de conservación de los edificios que construyeron los franceses, a su estilo, que parece que no se han mantenido desde que se fueron hace un siglo. Una verdadera pena, la verdad.
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Sagrado Corazón |
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Foto de grupo en el Sagrado Corazón |
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Posando en los jardines |
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Instinto... |
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Un lindo gatito |
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Rober y yo |
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Una plaza llena de palomas |
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Vías de tranvía |
Un poco cansados de tanto caminar, paramos en una tetería, con la idea de descansar un poco, buscar dónde comer e ir a la impresionante mezquita de Hassan II; pero los planes cambiaron drásticamente. Estábamos tomando tranquilamente nuestros tés, cuando nos abordó un grupo de jóvenes.
Nos contaron que eran estudiantes haciendo una película como proyecto de fin de grado y necesitaban a un occidental como extra; se habían fijado en Rober, y le pidieron colaborar en una breve escena.
Como a Rober le apetecía e íbamos bien de tiempo (y nos dijeron que sería rápido), Rober se convirtió en actor. La escena era corta, pero entre preparar los equipos, y repetir n veces para corregir pequeños fallos, etc., el asunto se demoró más de lo que pensábamos.
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Rober en plena actuación |
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El equipo de rodaje y nosotros |
Eso nos condicionó, ya que la Mezquita tenía ciertas horas de apertura al público, y aunque tras la grabación sólo nos entretuvimos un poco en comer en un Mc Donalds, no llegamos a tiempo para entrar. Un guardia nos dejó, a cambio de unas monedas, pasar al patio para hacer algunas fotos, pero al interior fue imposible acceder.
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Mezquita de Hassan II |
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Foto de grupo en la Mezquita de Hassan II |
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Ara posando en la mezquita |
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Otro ángulo de la Mezquita |
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Yo posando junto a la Mezquita |
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Autofoto con la Mezquita de fondo |
Tras la visita frustrada, ya sólo nos quedaba volver al hotel a recoger el equipaje y subir al tren para llegar a Rabat. Fuimos andando, atravesando unas calles un poco con mala pinta, y un mercado en el que nosotros éramos los únicos occidentales. Fue curioso, y agradezco que lleváramos cierta prisa y no nos entretuviéramos demasiado: esta vez, afortunadamente, los tiempos se cumplieron y nos fuimos a Rabat en tren.
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De camino al tren |
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De camino al tren |
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De camino al tren |
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Trabajadores locales |
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Mercadillo |
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Esperando al tren de Rabat |
Llegamos a Rabat a última hora de la tarde. La ciudad nos gustó a todos inmediatamente; además, estaba bastante limpia, algo raro en este país.
Una vez en nuestro último hotel (un riad muy bonito en el que me tocó en suerte disfrutar de una preciosa habitación), decidimos tomar allí mismo un vino antes de buscar dónde cenar.
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Rabat a nuestra llegada |
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Puestos callejeros cerca de nuestro riad en Rabat |
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Callejuelas de Rabat |
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Callejuelas de Rabat |
A la hora de cenar, tras ir a varios sitios, no encontrábamos dónde nos dieran servicio: unos por estar llenos, otros por ser muy caros... Así que al final nos tuvimos que conformar con un sitio en el paseo marítimo que no fue gran cosa.
Como ya se había hecho tarde, volvimos al hotel, nos tomamos otro vino en la terraza y nos fuimos a dormir.
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Tomando un vino antes de irnos a dormir |
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