El último día de nuestro viaje comenzó con un desayuno en el riad, y una caminata hacia la torre de Hassan y el Mausoleo de Mohamed V, que están al lado el uno del otro.
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Torre de Hassan |
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Araceli posando con el guardia de la entrada del Mausoleo |
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Torre de Hassan |
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Entrada al Mausoleo de Mohamed V |
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Autofoto con la torre de Hassan |
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Araceli y Susana a la entrada del mausoleo |
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Interior del Mausoleo de Mohamed V |
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Posando antes de volver a la ciudad vieja |
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Torre Mohamed VI |
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Vista de la ciudad vieja de Rabat |
Después de visitar ambos monumentos, volvimos a la medina, y, por última vez en el viaje, callejeamos por el zoco.
Euge y Araceli se quedaron haciendo compras, mientras Susana, Rober y yo fuimos a un famoso café que resultó ser un fiasco: caro, lleno de turistas y con café de mala calidad.
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Calles de Rabat |
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El último mercado que visitamos en este viaje |
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En el mercado compré el poder hacer esta foto a este hombre por 1€ |
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Haciendo la compra |
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Susana pensando |
Una vez todos juntos de nuevo, vimos un curioso cementerio junto al mar y nos paramos un rato con un artesano ceramista. Pretendíamos pasar después por un conocido puesto de libros en el zoco, pero llegamos justo cuando cerraba; mala suerte, era algo que me ilusionaba...
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Jardines |
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Cementerio junto al mar |
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Vistas de la Torre de Hassan y la torre de Mohamed VI desde la muralla |
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Ara buscando cerámica |
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Ara y Rober |
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Susana y yo |
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Caminando por Rabat |
La mañana ya había pasado, así que tocaba buscar un lugar donde comer. Decidimos que, como nos apetecía tomar una cerveza, podíamos ir a un bar de tapas español. Así, anticipando la cercana vuelta a casa, comimos a base de tapas, casi como si ya hubiéramos vuelto.
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Llegando al bar de tapas |
Después de aquello, no teníamos mucho más margen: volvimos al hotel a por nuestros equipajes y contratamos un transporte hasta el aeropuerto.
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Llegando a nuestro riad |
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De camino al aeropuerto |
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Revisando el móvil antes de partir |
El vuelo fue puntual y se me hizo corto. Tomé las últimas fotos del viaje desde la ventanilla, donde se veía la puesta de Sol.
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Despegando al ponerse el sol |
Ya bien entrada la noche, tomábamos tierra en Madrid.
Sólo quedaba recoger mi coche del aparcamiento y llevar a mis amigos a sus respectivos hogares.
Era la 1 de la madrugada cuando por fin entraba en mi casa y daba por finalizado el día y mi segundo viaje a Marruecos.
No tuve tiempo de escribir durante el viaje... Creo que es buena cosa, porque significa que he estado más interesado en disfrutar estos días que en dejar constancia escrita.
Ya en casa, asimilando todo lo vivido, me decido a dejar por escrito en la libreta que me llevé lo que recuerdo a grandes rasgos de cada uno de los días. Y tras reflexionar, puedo decir lo siguiente: ya tengo comprobado por propia experiencia que al viajar no importa tanto el destino sino la compañía que uno lleva. Marruecos no me gustó hace diez años ni me ha gustado ahora. Es un país que no encaja conmigo, y no salvo nada: ni su geografía, ni su patrimonio ni sus gentes; nada en este país me gusta, es más, tengo serios problemas con todo lo relacionado con este país. Pero he disfrutado del viaje, así que, pese a todo, doy por buenos estos 8 días. Espero no tener que volver nunca más a Marruecos, y que si vuelvo, sea porque me apetece compartir viaje con quien quiera que me acompañe.