sábado, 6 de julio de 2024

Marruecos 2024: Día 8 (4 de mayo de 2024)

El último día de nuestro viaje comenzó con un desayuno en el riad, y una caminata hacia la torre de Hassan y el Mausoleo de Mohamed V, que están al lado el uno del otro.

Torre de Hassan

Araceli posando con el guardia de la entrada del Mausoleo

Torre de Hassan

Entrada al Mausoleo de Mohamed V

Autofoto con la torre de Hassan

Araceli y Susana a la entrada del mausoleo

Interior del Mausoleo de Mohamed V

Posando antes de volver a la ciudad vieja

Torre Mohamed VI

Vista de la ciudad vieja de Rabat

Después de visitar ambos monumentos, volvimos a la medina, y, por última vez en el viaje, callejeamos por el zoco.

Euge y Araceli se quedaron haciendo compras, mientras Susana, Rober y yo fuimos a un famoso café que resultó ser un fiasco: caro, lleno de turistas y con café de mala calidad.

Calles de Rabat

El último mercado que visitamos en este viaje

En el mercado compré el poder hacer esta foto a este hombre por 1€

Haciendo la compra

Susana pensando

Una vez todos juntos de nuevo, vimos un curioso cementerio junto al mar y nos paramos un rato con un artesano ceramista. Pretendíamos pasar después por un conocido puesto de libros en el zoco, pero llegamos justo cuando cerraba; mala suerte, era algo que me ilusionaba...

Jardines

Cementerio junto al mar

Vistas de la Torre de Hassan y la torre de Mohamed VI desde la muralla

Ara buscando cerámica

Ara y Rober

Susana y yo

Caminando por Rabat

La mañana ya había pasado, así que tocaba buscar un lugar donde comer. Decidimos que, como nos apetecía tomar una cerveza, podíamos ir a un bar de tapas español. Así, anticipando la cercana vuelta a casa, comimos a base de tapas, casi como si ya hubiéramos vuelto.

Llegando al bar de tapas

Después de aquello, no teníamos mucho más margen: volvimos al hotel a por nuestros equipajes y contratamos un transporte hasta el aeropuerto.

Llegando a nuestro riad

De camino al aeropuerto

Revisando el móvil antes de partir

El vuelo fue puntual y se me hizo corto. Tomé las últimas fotos del viaje desde la ventanilla, donde se veía la puesta de Sol.

Despegando al ponerse el sol

Ya bien entrada la noche, tomábamos tierra en Madrid.

Sólo quedaba recoger mi coche del aparcamiento y llevar a mis amigos a sus respectivos hogares.

Era la 1 de la madrugada cuando por fin entraba en mi casa y daba por finalizado el día y mi segundo viaje a Marruecos.

No tuve tiempo de escribir durante el viaje... Creo que es buena cosa, porque significa que he estado más interesado en disfrutar estos días que en dejar constancia escrita.

Ya en casa, asimilando todo lo vivido, me decido a dejar por escrito en la libreta que me llevé lo que recuerdo a grandes rasgos de cada uno de los días. Y tras reflexionar, puedo decir lo siguiente: ya tengo comprobado por propia experiencia que al viajar no importa tanto el destino sino la compañía que uno lleva. Marruecos no me gustó hace diez años ni me ha gustado ahora. Es un país que no encaja conmigo, y no salvo nada: ni su geografía, ni su patrimonio ni sus gentes; nada en este país me gusta, es más, tengo serios problemas con todo lo relacionado con este país. Pero he disfrutado del viaje, así que, pese a todo, doy por buenos estos 8 días. Espero no tener que volver nunca más a Marruecos, y que si vuelvo, sea porque me apetece compartir viaje con quien quiera que me acompañe.

Marruecos 2024: Día 7 (3 de mayo de 2024)

Afortunadamente mi problema intestinal no fue a más y aquel día desperté como nuevo. Tras desayunar en el buffet del hotel, nos dirigimos a la cercana estación de tren para comprar los billetes que nos llevarían a Rabat aquella misma tarde.

Después de aquello, comenzamos a andar por Casablanca con la intención de ver la catedral del Sagrado Corazón (aunque sólo por fuera, pues estaba cerrada) y los jardines aledaños. Tamibén pudimos ver el lamentable estado de conservación de los edificios que construyeron los franceses, a su estilo, que parece que no se han mantenido desde que se fueron hace un siglo. Una verdadera pena, la verdad.

Sagrado Corazón

Foto de grupo en el Sagrado Corazón

Posando en los jardines

Instinto...

Un lindo gatito

Rober y yo

Una plaza llena de palomas

Vías de tranvía

Un poco cansados de tanto caminar, paramos en una tetería, con la idea de descansar un poco, buscar dónde comer e ir a la impresionante mezquita de Hassan II; pero lo planes cambiaron drásticamente. Estábamos tomando tranquilamente nuestros tés, cuando nos abordó un grupo de jóvenes.

Nos contaron que eran estudiantes haciendo una película como proyecto de fin de grado y necesitaban a un occidental como extra; se habían fijado en Rober, y le pidieron colaborar en una breve escena.

Como a Rober le apetecía e íbamos bien de tiempo (y nos dijeron que sería rápido), Rober se convirtió en actor. La escena era corta, pero entre preparar los equipos, y repetir n veces para corregir pequeños fallos, etc., el asunto se demoró más de lo que pensábamos.

Rober en plena actuación

El equipo de rodaje y nosotros


Eso nos condicionó, ya que la Mezquita tenía ciertas horas de apertura al público, y aunque tras la grabación sólo nos entretuvimos un poco en comer en un Mc Donalds, no llegamos a tiempo para entrar. Un guardia nos dejó, a cambio de unas monedas, pasar al patio para hacer algunas fotos, pero al interior fue imposible acceder.

Mezquita de Hassan II

Foto de grupo en la Mezquita de Hassan II

Ara posando en la mezquita

Otro ángulo de la Mezquita

Yo posando junto a la Mezquita

Autofoto con la Mezquita de fondo

Tras la visita frustrada, ya sólo nos quedaba volver al hotel a recoger el equipaje y subir al tren para llegar a Rabat. Fuimos andando, atravesando unas calles un poco con mala pinta, y un mercado en el que nosotros éramos los únicos occidentales. Fue curioso, y agradezco que lleváramos cierta prisa y no nos entretuviéramos demasiad: esta vez, afortunadamente, los tiempos se cumplieron y nos fuimos a Rabat en tren.

De camino al tren

De camino al tren

De camino al tren

Trabajadores locales

Mercadillo

Esperando al tren de Rabat

Llegamos a Rabat a última hora de la tarde. La ciudad nos gustó a todos inmediatamente; además, estaba bastante limpia, algo raro en este país.

Una vez en nuestro último hotel (un riad muy bonito en el que me tocó en suerte disfrutar de una preciosa habitación), decidimos tomar allí mismo un vino antes de buscar dónde cenar.

Rabat a nuestra llegada

Puestos callejeros cerca de nuestro riad en Rabat

Callejuelas de Rabat

Callejuelas de Rabat



Y para cenar, tras ir a varios sitios, no encontrábamos dónde nos dieran servicio: unos por estar llenos, otros por ser muy caros... Así que al final nos tuvimos que conformar con un sitio en el paseo marítimo que no fue gran cosa.

Como ya se había hecho tarde, volvimos al hotel, nos tomamos otro vino en la terraza y nos fuimos a dormir.



Tomando un vino antes de irnos a dormir