| Cuando desperté aquel día, no lo sabía aún, pero iba a terminar haciendo fotos como esta |
El día amaneció lloviendo, y mucho. Además, había nevado durante la madrugada. Así que nuestras intenciones iniciales, que consistían en hacer una excursión en las inmediaciones del Paso Vršič eran completamente irrealizables. Además, resulta que se están realizando obras en la carretera del puerto de montaña y durante el día los accesos están cerrados.
Un poco desconcertados, decidimos hacer un poco de tiempo por si la lluvia paraba y, entonces, plantearnos si hacer una excursión en los alrededores de Kranjska Gora o explorar otras posibilidades.
A mí que la lluvia siempre me ha gustado, no me importó salir al exterior y dar un paseo por los alrededores del hotel. No me llevé la cámara, pero con el móvil pude hacer alguna bonita foto, como os muestro a continuación:
La lluvia seguía sin amainar... Volví a la habitación, y sin saber muy bien qué hacer, decidí pasar el rato viendo la sesión de clasificación del GP de F1 de Singapur, que había sido el día anterior y no pude ver en directo. Mientras, estuve consultando la Lonely Planet de los Balcanes Occidentales, y se me ocurrió algo que podía salvarnos el día: ir a visitar las Cuevas de Postojna.
Sinceramente, yo ni había oído hablar de estas cuevas ni sabía nada de ellas, así que le planteé a Maida esta alternativa, y accedimos a ir... la otra alternativa era quedarnos en el hotel sin poder hacer nada.
Las cuevas no nos pillaban cerca, tardamos algo más de hora y media en llegar, pero, bajo mi punto de vista, mereció mucho la pena. Sinceramente, me alegro mucho de que aquel día lloviera, porque de no haber sido así, me hubiera perdido esta auténtica maravilla natural.
Una vez en las cuevas, compramos las entradas, que costaron 32,90€ por persona (a lo que hay que sumar el parking, que costó 6€) y nos pusimos en la fila de entrada. Maida sí que sabía lo que venía a continuación, pero a mí me pilló totalmente por sorpresa: nada más entrar nos hicieron subir ¡en un tren! que se puso en marcha a una velocidad que me pareció bastante rápida... Creo que el trayecto duró unos 10 minutos o así. Pasamos por infinidad de galerías y por unas cuantas salas (me llamó la atención una muy grande en la que habían colocado unas lámparas de araña que creaban un ambiente como de salón de baile dieciochesco). No tomé fotografías del trayecto en tren, ni en la ida ni en la vuelta, aunque sí que grabé un breve vídeo que no pondré en este blog, pues su calidad no es demasiado buena.
Después, nos bajamos e hicimos un recorrido a pie por las salas abiertas al público, donde ya sí que tomé unas cuantas fotografías. Las cuevas me gustaron mucho por lo grandes que son y la infinitud de pasillos y salas, no tanto por las figuras creadas, ya que sí que he visto algunas cuevas con formas más caprichosas.
He de puntualizar una cosa: terminé un poco indignado porque, para empezar, el grupo de gente que seguía a cada responsable de la cueva era tan grande que era imposible que esta persona se diera cuenta de si alguien hacía cosas que no debía. Además, aunque continuamente se dice que no se han de tocar las formaciones rocosas y que las fotos tienen que hacerse sin flash, mucha gente es incívica y hace lo que quiere. Yo no soy quien para llamar la atención a nadie, pero sí me enfadé mucho con comportamientos que vi durante la visita. Miles, incluso millones, de años para formar ese lugar y que vengan unos garrulos a cargárselo en un abrir y cerrar de ojos. Una pena.
Acabada la visita, y aprovechando las pocas horas de sol que quedaban, decidimos ir a ver desde fuera el Castillo de Predjama, que nos quedaba cerca de allí, para, después, volver a Kranjska Gora.
Este castillo, que habíamos visto en fotos, tiene la particularidad de estar edificado junto a una formación rocosa, lo que le hace ser muy fotogénico.
Pero eso ya lo contaré en la siguiente entrada de este blog. ¡Hasta luego!






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