¡Hola de nuevo!
En la entrada de hoy, voy a narrar lo acontecido en el tercer día de viaje por la isla de Córcega, que fue mucho, ya que aquel día aprovechamos bastante el tiempo.
La jornada comenzó en la capital de la isla, Ajaccio, y terminó en el extremo sur, en la localidad de Bonifacio, último lugar que veríamos de Córcega, ya que al día siguiente atravesaríamos el estrecho de Bonifacio para llegar a Cerdeña.
Pero no nos adelantemos, y vayamos de nuevo a Ajaccio. Nada más levantarnos, recogimos nuestras cosas y nos dispusimos a ir al casco histórico para desayunar y ver un poco la ciudad antes de continuar nuestro camino.
Ajaccio, además de ser la capital de Córcega, es la ciudad natal de Napoleón Bonaparte; eso es algo de lo que esta ciudad está orgullosa, y procura mostrar prácticamente en cada esquina. Napoleón está muy presente, y todo gira en torno a su figura.
Tras desayunar, nos pusimos a pasear por las estrechas callejuelas del centro de Ajaccio, sin tener un rumbo prefijado, disfrutando de la ciudad. Vimos el mercado, compramos recuerdos...
Pasamos junto al palacio Fesch (ahora museo, que perteneció a un familiar de Napoleón), y después llegamos a la estatua de Napoleón Emperador. Recorrimos las estrechas callejuelas plagadas de tiendas de souvenirs y restaurantes.
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Esta es una de mis fotos preferidas de este viaje... |
Después, y antes de marcharnos al siguiente destino, pasamos por la Plaza de Austerlitz, donde la omnipresente figura de Napoleón, ataviado en esta ocasión con su uniforme militar, preside un gran monumento en el que aparecen todas las victorias que obtuvo. Ahí aparece Madrid también...
En Ajaccio no quedaba mucho más que ver si queríamos aprovechar el día, así que pusimos rumbo al sur, y tras una breve parada en Propriano (nada reseñable: pequeño paseo por el muelle y a seguir por la carretera), llegamos a la localidad de Sartène, donde paramos a comer.
Sartène es un pequeño pueblo situado sobre un promontorio, con calles muy estrechas, la mayoría de ellas no aptas para la circulación de vehículos. Un pueblecito con encanto, desde luego.
Tras comer, continuamos con nuestro viaje por carretera, y la siguiente parada que realizamos fue en un lugar llamado "Rocapina". Aquí había un par de cosas que ver: por un lado, la playa del mismo nombre, a la que se llegaba tras un camino de tierra muy bacheado de unos 4 Km. Y, por otro, la formación rocosa llamada "El León de Rocapina", que no es otra cosa que una serie de piedras dispuestas de tal forma que, desde la perspectiva que se tiene de ellas en el cerro de enfrente, recuerdan vagamente a la silueta de un león recostado.
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¿Distinguís el León? En vivo se aprecia mejor que en las fotos que hice... |
Una vez visto el famoso "León de Rocapina", continuamos nuestro viaje. Lo siguiente que teníamos que visitar era otro pueblecito, esta vez al sudeste de la isla, llamado Porto Vecchio. Lo más interesante de este pueblo era su ciudadela medieval, en la que estuvimos dando un paseo.
Como al día siguiente teníamos que cambiar de isla (y de país), esa tarde teníamos que devolver nuestro coche, por lo que, de camino del aeropuerto donde teníamos que dejar el vehículo, hicimos una última parada para ver la playa de Santa Julia.
Tras esta breve visita, llegamos al aeropuerto de Figari para entregar nuestro coche. Figari es una pequeña población que no llega ni a 10.000 habitantes... y aún así, dispone de aeropuerto. Os podéis imaginar el tamaño de éste, y la frecuencia de vuelos y destinos que tiene.
Tras entregar el coche, esperamos a que un taxista (que previamente habíamos contratado) llegara, para que nos acercara a Bonifacio, localidad en la que debíamos pasar esta última noche en Córcega.
De Bonifacio no vimos mucho: ya llegamos entrada la noche y solo tuvimos tiempo para ver la parte del muelle mientras buscábamos un restaurante para cenar. Afortunadamente, teníamos un apartamento abuhardillado para esa noche, que disponía de una claraboya con unas impresionantes vistas de la ciudadela y el interior del puerto.
Y de este intenso tercer día de viaje no queda mucho más que decir. El viaje por Córcega llega a su fin, pero las vacaciones continuarán en tierras italianas, en la isla de Cerdeña.
Eso lo contaré en la siguiente entrega de esta serie.
¡Gracias por leer hasta aquí!
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