Me levanté temprano, desayuné y rápidamente me subí al coche con rumbo al techo de España.
Carreteras de montaña muy divertidas de conducir. Hice una breve parada para tomar alguna foto, y en cuanto llegué al teleférico me hice con un billete de ida y vuelta.
Hasta lo más alto no pude acceder, porque no había posibilidad de reservar cuando planeé el viaje. Así que me contenté con andar alrededor del pico. Como anécdota: me dio mal de altura, estuve bastante mareado mientras caminaba allí arriba... y he estado un poco grogui todo el día desde entonces.
Después de bajar, fui a dar otro paseo por los Roques de García, y vi en primera persona aquel icónico Roque Cinchado de los antiguos billetes de 1000 pesetas.
Comí allí mismo un par de sandwiches que había traído conmigo, y como era tarde, estaba cansado y no me encontraba muy allá, decidí buscar una playa donde pasar la tarde. Eso sí, previamente conduje por aquellas maravillosas carreteras entre lava, pinos y con El Teide vigilante.
Finalmente llegué a la Playa de El Abrigo: una encantadora y pequeña cala que tenía casi a mi entera disposición. Aunque el mar estaba bravo y me dio miedo meterme más allá de la cintura.
Después, más carretera y a casa, que la noche se echaba encima.
Me ha costado ponerme a escribir, me caigo de sueño.
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