martes, 11 de noviembre de 2025

Viaje a Eslovenia, día 8: De Ljubljana a Madrid con parada en Venecia

¡Hola! Llegamos a la última de las entradas que narran el viaje a Eslovenia.

El último día tuvimos que desplazarnos hasta Venecia, ya que el vuelo de vuelta partía desde allí. Como no habíamos podido ver la ciudad de los canales el primero de los días, y no queríamos volvernos sin haber visto algo de esa ciudad, tuvimos que hacer un pequeño esfuerzo que, sin duda alguna, mereció la pena.

Madrugamos mucho, salimos del hotel en ayunas y sin que hubiera amanecido aún: queríamos evitarnos los atascos que se forman a primera hora en cualquier ciudad. El hotel nos había preparado unos bocadillos para desayunar, que nos tomamos, bastante avanzada la mañana, en las afueras de un pueblo italiano cuyo nombre he olvidado.

Llegamos a Venecia y fuimos directos a aparcar en un lugar que nos permitiera montarnos rápidamente en un barco que nos llevara a la parte antigua de la ciudad. El aparcamiento nos costó 30€. Compramos los billetes del barco (20€ por persona, ida y vuelta), y nos dijeron que el primero de los barcos de vuelta saldría a las 15:30... Eso nos haría ir con un poco de prisa para llegar al aeropuerto, pero ya lo contaré más adelante.

El caso es que montamos en el barco, que nos dejó cerca de la Plaza San Marcos. A partir de ahí, lo que hicimos fue deambular por las calles venecianas. Nos dejamos llevar a través del sinfín de canales y puentes. No sabría enumerar los sitios que vimos, aunque estuvieron los más míticos: Plaza San Marcos, Canal Grande, Puente de Rialto, Puente de los Suspiros... No teníamos tiempo para hacer cola y entrar en ningún museo o edificio significativo. Sólo entramos en una vieja librería, Acqua Viva, que a mí me gustó mucho.

Únicamente paramos de caminar para tomar un café, y luego para comer en un pequeño restaurante cerca de donde teníamos que tomar el barco de vuelta.

De toda esta mañana paseando por Venecia os voy a mostrar unas cuantas fotografías:


































El viaje estaba llegando a su final. Montamos en el barco que nos devolvía al parking, y, a partir de aquí comenzó una contrarreloj: teníamos que llenar el depósito de gasolina del coche, devolverlo en el sitio donde lo tomamos, y desplazarnos en una lanzadera hasta la terminal del aeropuerto. Nos quedaban escasas dos horas para la hora del despegue...

Como anécdota, decir que me puse un poco nervioso, y entramos en una gasolinera donde no funcionaba la manguera. Con las prisas, nos volvimos a montar en el coche para ir a la siguiente gasolinera y se me olvidó cerrar el depósito: menos mal que nos avisó una persona desde otro coche...

Finalmente logramos llenar el depósito y devolver el coche. Fuimos lo más rápido que pudimos hasta la terminal, y cuando llegamos había una cola enorme para pasar el control de seguridad.

Con mucha paciencia, logramos pasar el control, y, casi sin tiempo, llegar a nuestra puerta de embarque: no tuvimos que esperar demasiado para subir al avión. ¡Lo habíamos conseguido!

El vuelo de vuelta fue de lo más tranquilo y puntual. Llegamos a Madrid a la hora establecida y, así, este viaje llegaba a su final.

Como colofón, volver a recalcar que Eslovenia es un país precioso, que lo recomiendo totalmente y que, además, en otoño, es digno de ver. Haber paseado por esos bosques y haber disfrutado de esos paisajes de montaña es todo un privilegio. Cierto que durante el viaje pasé por algún mal momento, como ya os he comentado a lo largo de todas estas entradas... pero no me importa, mereció la pena.

He intentado ser lo más fiel posible a todo lo que recorrimos y vimos, y he puesto enlaces a todas las rutas y excursiones que hicimos. Si alguien me lee y quiere saber con más detalle cualquier aspecto de la planificación que hice, que me contacte: estaré encantado de compartir mi experiencia.

Nada más que decir, solo volver a agradecer de corazón a quien se haya tomado la molestia de leer todas estas entradas.

¡Hasta el próximo viaje!

lunes, 10 de noviembre de 2025

Viaje a Eslovenia, día 7: Velika Planina y Logarska Dolina

¡Hola de nuevo! Poco a poco el viaje a Eslovenia va llegando a su fin, y en esta entrada os contaré lo que hicimos durante el último día en Eslovenia, ya que al día siguiente partiríamos hacia Madrid.

Para este último día en tierras eslovenas, había planificado realizar dos excursiones, así que os contaré cada una de ellas:

Velika Planina: La primera ruta transcurre rodeando una montaña llamada Velika, y durante la excursión atravesamos bosques, llegamos a un encantador pueblecito cerca de pistas de esquí y después, otro bosque más.

Para llegar al punto de inicio, tuvimos que pagar 12€ en concepto de parking.

La ruta que seguimos es esta, que como podéis ver es circular, aunque he de decir que la primera parte se seguía sin ningún problema, pero que una vez llegados al pueblo, rápidamente la persona que grabó la ruta se separaba de los caminos marcados y nos hizo atravesar pistas de esquí y bosques sin ninguna señalización, por lo que tuvimos que seguir el GPS con mucha atención para no perdernos.

Aunque aún quedaba nieve, era meramente testimonial, y no nos supuso ningún problema. En general la ruta era muy disfrutable, y creo que las siguientes fotografías lo demuestran.













Acabada esta primera excursión, nos montamos en el coche y fuimos hasta el inicio de la segunda y última ruta de aquel día.

Logarska Dolina: Este valle es, probablemente, el lugar más bonito de cuantos visitamos en Eslovenia. Así que no está nada mal, para acabar con las excursiones, hacerlo en un sitio como este.

Entrar en el valle implica pasar una barrera de peaje, que costó 10€. Pero mereció la pena.

La ruta que tenía planificada iba hasta la cascada Rinka, y después subía por la montaña hasta llegar a un refugio.

Podéis encontrar esta ruta aquí. Sobre la ruta he de decir alguna cosa: en general era fácil, aunque una pequeña parte era complicada, ya que exigía subir por piedra descubierta ayudándose de cables de acero incrustados en la roca. Si el clima es demasiado frío y hay algo de hielo no la recomendaría hacer. En nuestro caso no hubo mayor problema porque no había ni rastro de la nieve de los días anteriores.














Por otro lado, una vez que empieza la subida complicada de la que hablaba antes, yo guardé la cámara y el móvil por culpa de mi vértigo. No hay fotos de esa parte de la ruta. Se llega a un bonito bosque que hay que atravesar hasta llegar al refugio final (aquí podría haber vuelto a sacar fotos, pero estaba cansado y quería terminar la ruta, así que me guardaré esas imágenes únicamente en mi cerebro). Pero, si no se quiere realizar esta parte, os digo que es perfectamente evitable, ya que llegar al refugio no supone encontrarse con ningún paisaje espectacular: allí no hay ninguna vista que merezca la pena.

En nuestro caso, si llegamos hasta el final e hicimos la ruta completa fue más por mi propia cabezonería: después de no haber sido capaz de llegar ni a la cumbre del Monte Viševnik ni al nacimiento del Río Soca, no me quería retirar de otra ruta, siendo además esta la última del viaje.

En cualquier caso, la última parte era muy empinada y se nos hizo larga. Pero la hicimos. Después, bajamos por donde habíamos subido, y, una vez llegados al aparcamiento, nos dispusimos a volver a Ljubljana. Aunque hicimos una pequeña parada justo antes de salir del valle para tomar algunas fotografías de esa preciosa carretera que se pierde en las montañas, así como de las extrañas vacas peludas que pastaban tranquilamente allí.







Espero que os hayan gustado las fotografías que he puesto de Eslovenia. En la próxima entrada os contaré el retorno desde Ljubljana a Venecia y podréis ver fotografías de la bella ciudad italiana. Aunque eso ya será en otro momento.

Pero, antes de terminar este texto, quería hacer notar una cosa de la que no he hablado en esta serie de entradas: y es que me llevé un calzado que, desde el primer día, me hizo sufrir de lo lindo. Terminé el viaje con unas llagas bastante dolorosas en los talones de ambos pies. Creedme que hacer casi 100Km. a pie por estas montañas, con los pies en esas condiciones, no es nada fácil. Intenté poner algo de remedio, pero el dolor estuvo ahí todo el rato todos los días, desde el primero.

Las heridas han tardado en cicatrizar casi un mes completo, no es exageración: la diabetes que padezco a veces implica estas cosas. Es habitual un incremento en el tiempo de cicatrización en heridas en las extremidades inferiores. Ha sido bastante duro...

Por eso, cuando terminamos esta última ruta y volvimos al hotel, decidí dejar allí las botas que tanto me habían hecho sufrir. Esas botas se quedaron en un hotel en medio de ninguna parte de Eslovenia y nunca retornaron conmigo a Madrid.

Las causantes de tanto sufrimiento que terminaron siendo abandonadas...


¡Gracias por leerme!