Continuamos con la segunda entrega del viaje a Roma de febrero de 2018. En esta entrada hablaré de la primera parte de la mañana del sábado.
Nos levantamos temprano para ir rápidamente a nuestra cita con los Museos Vaticanos. Cuando llegamos nos "engatusaron" para unirnos a una visita guiada que nos propiciaría el saltarnos la cola de entrada a la Basílica de San Pedro una vez terminada la visita a los museos. Tras una breve reflexión, decidimos aceptar, y nos juntamos con un enorme grupo de personas hispanohablantes.
La guía que nos tocó, a mí particularmente, no me pareció buena. Era excesivamente entusiasta con la parte religiosa católica, se saltaba todo lo referente al abundante material artístico pagano (que me sorprendió que estuviera dentro del Vaticano), y, en la mayoría de las ocasiones, tergiversaba y manipulaba la historia a favor de la Iglesia Católica. Así que, en cuanto la calé (que fue rápido), dejé de prestar atención a lo que nos contaba y me centré en hacer mis fotos.
Dejando a parte a la guía, la visita a los museos vaticanos me pareció apasionante. Es imposible verlo todo en un par de horas (que fue el tiempo que más o menos dedicamos), y harían falta varias jornadas para disfrutarlo todo como correspondería a tantísima belleza concentrada. Ésto es válido, en general, para toda la ciudad de Roma, pero el caso del Vaticano es abrumador. ¡Cuánta riqueza y belleza acumulada en tan poco espacio!
Después de los Museos Vaticanos visitamos la Basílica de San Pedro y la plaza homónima, y así pasó la mañana, pues cuando acabamos de ver todo esto ya era la hora de comer y nos fuimos a la búsqueda de un pequeño restaurante típico. No nos dio tiempo a subir a la cúpula de San Pedro, algo de lo que ahora me arrepiento, y que cuando vuelva a Roma (porque ya he decidido que volveré algún día) no me dejaré pendiente.
Y no os aburro más, os pongo ahora unas cuantas de las muchas fotos que saqué esa mañana, que para eso este blog versa sobre fotografía. Espero que os guste esta selección.